sábado, 26 de junio de 2010

demons...

Y los demonios se seguían acercando, y tú, aferrada a tu crucifijo, como a un amuleto que en realidad sirviera, aunque los dos sabemos que no es sobre eso, que es sobre la fé. Y nos alcanzaron. Y comenzaron a devorarnos, con una tranquilidad sofocante, pues no había nada que pudiéramos hacer. Y recordé, en la desesperación, a Dante, y esos castigos milenarios, cuasi eternos, y también pensé que me devorarían primero, pero tu crucifijo los hizo enojar, y vi cómo te desmembraban, cómo fuimos totalmente inútiles a su fuerza y su poder, sentí los colmillos que quemaban y el olor a sangre. Y dejaron mi voz, y tu recuerdo en mi cabeza, para contar la historia, y advertir.

LOS DEMONIOS ESTÁN DENTRO. NO HAY NADA QUE PODAMOS HACER. ENTREGUÉMONOS.