viernes, 14 de septiembre de 2012

Hubo una vez un Universo

Hubo una vez un Universo que contuvo un planeta habitado por seres inteligentes (no necesariamente mamíferos) que evolucionaron (a muy grandes rasgos) así:

En su siglo I, después de una Historia Antigua violenta y vigorosa, tuvieron cientos de iluminados, por todas las regiones de su globo. Y todos fueron masacrados por sus mismos seguidores. (Las verdades de sus iluminados no podían realizarse cuando los seguidores se alejaban). Y todos los pueblos asumieron su culpa. En la edad oscurantista que siguió, La gente se encerró. Los que sabían leer en cada pueblo, se dedicaron a leer y transcribir y entender los escritos de su pueblo. Los fervientes, se dedicaron a convertir su fe en milagros reales. (Hubo miles de milagros en cada pueblo, en cada país). En su siglo XVI, Cientos de artesanos se convirtieron en artistas maestros, cientos de estudiosos en científicos excéntricos, con ideas muy revolucionarias que los acercaban a comprender el Universo, y que había más universos así, y no sólo que su Planeta era redondo, sino que había quizá infinitamente más planetas así, o que quizá era era el único, debido a una infinitesimal casualidad, y entonces, sí, era el centro del Universo, un pequeño y frágil centro. Y que entonces ya no habría qué preocuparse por esos menesteres. Pues cualquiera de las dos respuestas era igualmente alentadora o desalentadora. Su equivalente a la novela no nació con una parodia de los cantares (miles) oscurantistas, sino con una parodia de cada género: Una épica parodia de los cantos pastorales (como una epifanía costumbrista), una parodia de las historias de fantasía y una de las de caballería. Una de los mitos y Leyendas más Antiguos, y un ensayo-tratado-irónico sobre parodias. Su mejor escritor de versos no fue un borracho vividor, sino que fueron un pirata, una prostituta y un mercader. En su siglo XIX Tuvieron un escritor que se dedicó a hilar recuerdos, otro sueños, y otro borracheras. En otros países, escribieron libros como criptogramas en los cuales cada lector descifraba el libro mientras lo leía, y en cada continente hubo libros laberínticos (Como el de Borges) en los que cada lector llegaba al final de su vida al descifrar el libro. Después de la Revolución (de sus sistemas ya muy corrompidos), se dieron cuenta que la economía no era lo más importante de su mundo, a pesar de muy influyentes y pensadas teorías. (Se dieron cuenta del error de Marx: su modelo político seguía basándose en la economía, y no en el amor). Y entonces, al no tener otra propuesta viable a mano, decidieron, todos, dejar de producir para competir, y dejar de darle valor monetario a las necesidades y servicios, y se detuvieron y se dedicaron durante unos meses, a buscar qué más podrían hacer además de esas dos cosas. Quizás cada quién se dedicó a hacer lo que más le gustaba, y sus olimpíadas fueron como las olimpíadas griegas. Se juntaban todos los pueblos, y los mejores pintores pintaban, los mejores escultores esculpían, los matemáticos y oradores competían, junto a los deportistas, y todos todos todos juzgaban y veían. Y mientras decidían qué hacer, dejaban de sobreproducir y sobrepoblar.