lunes, 15 de agosto de 2011

El retorno del Brujo

Atravesó el fango, que alguna vez fue sagrado, y llegó a la Isla evitando ser visto por Caronte. Hizo los pases necesarios para que la pesada puerta metálica se abriera. Otros, para no ser reconocido. Inmediatamente se dió cuenta que ya no era el mismo. La última vez que visitó la Isla éstas acciones fueron un simple trámite. Ahora, tuvo que esforzarse un poco. Incluso, caminó con un paso más lento e inseguro...
Después de caminar aparentemente durante días, indagando en cuerpos putrefactos, tocando hombros desconocidos, pero en los que había alguna señal de esperanza, y buscando en rostros accidentados, inclusive intactos e inocentes, la encontró. Su mayor sorpresa no fue encontrarla, sino la reacción de ella. Más bien, la sorpresa fue su falta de reacción. Ella parecía no conocerlo. Es más, parecía inmune a los horrores que la rodeaban. Él la cubrió con su manto, y caminó de regreso, por un camino más difícil, más largo y más laberíntico, debido a que los cuerpos ya se habían movido, algunos ya lo habían olfateado, algunos otros lo seguían, y otros le bloqueaban el paso...
Fué entonces cuando tuvo conciencia de lo viejo que estaba. Ya no los ahuyentaba con un sólo gesto, ni siquiera con un pase. Tenía que usar su báculo, y tenía que concentrarse tanto, que no podía verla. No podía prestarle atención, no podía asegurarse que ella venía a su lado, y que lo seguía. No había certeza de que ella no se fuera a detener, a distraer, a zafar...
Justo descubrió la pesada puerta, y comenzó los pases para abrirla, cuando sintió que bajo su manto ya no estaba ella. También decubrió que ya no tenía fuerzas para buscarla, para regresar. Descubrió que no sabía dónde la había perdido, y que no alcanzaría a salir...

miércoles, 3 de agosto de 2011

Horcruxes

   Un escritor comienza el ejercicio de crear un personaje en twitter. Es sobre un homeless al que vio en la calle, en una esquina. Se lo encontró, días después, acomodado en unos escalones, escribiendo. Después, en el barrio, en una entrada abandonada, de nuevo escribiendo. El escritor imagina lo que ese hombre profeta, escribiría en twitter. Lo que escribiría contra el sistema, contra la democracia y el capitalismo. Contra las instituciones. Después, hace el perfil de un músico en MySpace. Un músico gitano, al que conoció en Tijuana. Imagina la música que el gitano crearía, sube pedacitos, piezas originales con un violín un poco desafinado, al que le falta una cuerda y percusiones de tambos, latas, que después de frenéticos episodios deja inconclusas, como en las historias de Parker o Coltrane o inclusive Miles Davis. Ahora el escritor comienza un blog de poesía iracunda, satánica e inmoral, pornográfica y Sádica. Otro, en otra plataforma, de relatos minimalistas acompañados de imágenes bajadas de la red. Relatos melancólicos y sugerentes. Abre un Facebook de una morrita-fresa-tipo Sookie. Baja fotos de sus "amigos" y "fiestas", y las postea como suyas. Postea puras pendejadas y "le gustan" otras más. Es el Pessoa contemporáneo. El creador multitask, el escritor-zapping, el artista postMtv, etc. Poco a poco, con la práctica, tiene que ir prestando menos atención a cada uno de sus personajes. Cada vez menos, hasta que cinco minutos al día son suficientes y necesarios para que existan virtualmente, durante cinco minutos solamente… ¿y él? Él ya no existe. Él ha dividido su alma en ellos. La ha vendido y diluido, en cada uno, de tal manera que la mediocridad de cada personaje sirva sólo para mantenerlos a flote, para tener entradas/comentarios/twits/rolas a diario.