viernes, 8 de febrero de 2013

PIG

Fanfiction no.2 (Shame)

Normalmente salgo del trabajo a las 7. Pero realmente, pienso: si a las 630 de la tarde ya no voy a hacer nada hasta las 7, para qué sigo aquí. Así que a las 630 ya estoy en el camión de vuelta a casa. A veces, aprovecho éste tiempo para ver chicas. Me encantan. Me gusta verlas, y si en el camión están cerca, tocarlas, como sin querer, con mi brazo y con mi codo. Si están realmente cerca, también me gusta olerlas. Me gustan las chicas. Incluso, a veces también las sigo. El otro día, por ejemplo, seguí a unas de esas chicas. Bajó del camión delante de mí, y yo, casi sin querer, comencé a seguirla. De todas formas para eso me salgo temprano del trabajo, para aprovechar mi tiempo en lo que yo quiera. En realidad, qué más voy a hacer durante las 630 y las 7 que no haya hecho ya. Ni que alguien se diera cuenta. De todas formas, también se puede aprovechar el tiempo libre frente al monitor. Es más. A ella, ya la había visto. Una vez, volteando a ver algo que me llamó la atención en la calle, mis ojos encontraron ese par de pechos que sobresalían al lado de los otros. Esa chica. Con un look dark. Los ojos delineados, el pelo largo y negro, y un tatuaje en el antebrazo izquierdo. La primera vez que la ví vestía unos pantalones ajustados negros. La segunda también, y una playera larga, de un grupo de rock. La verdad no sé si la primera vez eran mallas o likra. Pero estaban bien ajustados. La tercera vez, llevaba unas mallas, ahora sí seguro, de leopardo. Y una camisita larga, y no aguanté las ganas de seguirla. La seguí, la primera vez, a cierta distancia, aprovechando que iba en el camino a mi casa. Cuando se desvió de mi camino, yo seguí con el mío, como si nada. Pero aproveché mi tiempo libre frente al monitor. Se encuentran tantas cosas frente al monitor. Hay todo un mundo, todo un universo. Uno puede estar buscando cualquier cosa... un meme político, un video chino, y de pronto chicas! Chicas también dentro del monitor. Incluso mejores que las de la vida real. Bar Rafeli, Niurka, Paris, y de pronto... pechos! Que bien se aprovecha el tiempo frente al monitor. Así que ese día no perdí nada de tiempo con la dark, y lo aproveché en el monitor. Pero al verla al otro día también en mi camión, y verla bajarse donde mismo que yo, la seguí un poco más. Solo eran un par de cuadras. Pero cuando dio vuelta más lejos, en una cuadra oscura, mejor cambié la dirección, y me dirigí a mi casa. La tercera vez que la seguí, vi el edificio en el que se metió. Después, pasé por enfrente. Desde la reja de la entrada se podía ver la escalera al fondo. Después, fui a mi casa a masturbarme pensando en ella. Al día siguiente, no me tocó verla en el camión, pero la esperé en la parada. No llegó. De seguro la muy puta estaba con otro cabrón. Dos días después, la esperé enfrente de su casa. Pude ver que vivía sola. Se prendió la luz del apartamento y después  la de su cuarto. Nadie más entró en toda la noche. Pero no quería forzar las cosas. Antier, por fin, la volví a encontrar. La seguí, y, frente a su casa, inventé una excusa para hablarle. Estaba sudoroso, y tan nervioso, que nisé qué le dije. Intenté q me invitara a pasar y no quizo la muy puta y logré q abriera la puerta y yo sólo podía pensar en esos pechos y en penetrarla adentro muchas veces much as V-E-C-E-S MUCHASSSSSSSSSSSSSSS

viernes, 1 de febrero de 2013

1994

En 1994 yo tenía 14 años. Mis ahorros (que venían de mesadas y trabajos de verano) los gastaba en discos, cómics y discos. Había que seleccionar: leer reseñas en las revistas, y encontrar el disco. Cuando encontraba el disco, visitaba la tienda de discos cada que me era posible, con la esperanza de que, al no ser un disco tan comercial, bajara de precio, y de paso me aseguraba que siguiera en existencia. Algunos de los discos que compré, fueron los mismos que llegaron a la tienda en el primer "tiraje" y que tenía en mis manos cada vez que visitaba la tienda. De los discos que más tardé en comprar (tres semanas de ahorros, a veces cuatro) me sabía ya la lista de "tracks", si venía impresa en la contraportada, y, al momento de escucharlos por primera vez (aún recuerdo cuando fuimos todos a comprar el "cd player"... ese aparatito que se podía conectar al minicomponente Sony ----mi padre decía que los japoneses tenían todo planeado, que iban 10 años adelante en la tecnología, y que por eso el aparatito comprado -¡cuatro años antes!- ya tenía una entrada preparada para el "cd player"----sus primeros cd's fueron uno de Mantovani (obviamente uno que incluye el tema de Rocky) y uno de Kenny G--- 
En 1994 tuve mi primer amiga-niña. Una chica guapa y súper inteligente, que se burlaba mucho de mi torpeza social. 
 En 1994, aprendí a dibujar, para sorprender a esa chica, y dibujé muchos muchos muchos monitos, durante todas las clases. Había rayado cuadernos toda mi vida, pero recuerdo el momento exacto en el que me esforcé en imitar las sombras de los dibujos animados. Lo logré, y fui un pequeño éxito, por lo menos con la chica y mis amigos cercanos. (En un contexto en donde nadie sabía nada nada nada de arte). Esto, junto a mi obsesión de cargar libros diario y hojear con mi primo la Wizard (revista gracias a la que sabíamos qué pasaba en las historietas sin tener que comprarlas (2 dólares cada una, quién podia comprar más de una a la quincena, contra 5 o 6 dólares de la Wizard!?), y gracias a la que mi primo y yo descubrimos a Alan Moore)  me convertía en el perfecto nerd. En 1994 ser nerd no era cool, y el término geek no existía (por lo menos en México). Saber sobre arte e interesarse en la ciencia tampoco era cool, como ahora lo es, con los hipsters. Era algo contra lo que se tenía que luchar, día a día, en la vida cotidiana.  En 1994 leí por primera vez en mi vida a Rimbaud. En cuanto leí los primeros versos de Una Temporada en el Infierno fui incapaz de soltarlo. Estuve todo el día, leyendo 3 o 4 veces cada verso, y después cada párrafo. Después, lo intercambié con el Chene por uno de Baudelaire. Nunca habíamos, ninguno de los dos, leído nada parecido. Nunca, la oscuridad, había encendido nuestros corazones de una forma tan pura. Ese mismo año descubrimos a Bukowski (que no aparecía en las enciclopedias de mis padres ---yo creía ciegamente que en las enciclopedias estaban TODOS los escritores, así como TODO el conocimiento---) y escuchábamos casi puro grunge. Yo adoraba sobre todas las cosas a  Nirvana y a Pearl Jam (no tenía copias piratas de ninguno de sus discos ni cassettes -original o nada- ) y algunas otras cosas: el Chene estaba en ese momento traumado con Los Caifanes y, además, su padre era empresario musical, por lo que estaba bien instruido en la historia del rock (conocía y sabía la importancia de Pink Floyd, Led Zepellin, etc.- yo estaba obsesionado con Café Tacuba, y R.E.M., y no sabía nada de la historia del rock (tampoco venía en las enciclopedias) pero escuchaba todo lo que el Chene tenía que decirme al respecto, así como los sencillos en Stereo Soul (obviamente, no salía de Starway to Heaven, Wish You Were Here, The Wall y Black Dog... ese año no escuché ningún disco completo de ninguno de esas grandes bandas, pues nadie a mi alrededor los tenía). Ese año también leí las biografías de Leonardo y Miguel Ángel, y duré obsesionado con ellos durante varios meses.
Y la oscuridad llenaba nuestro joven espíritu grunge, e inclusive hicimos un par de pactos. Ese año, en homenaje a Kurt Cobain, nos vestiríamos con faldas largas. Unas faldas "tipo hindúes" que se usaban en los 90's, que Kurt había usado en algún concierto y que podíamos conseguir. El Chene se acordó hasta muy tarde el día anterior (o eso dijo).  Yo cumplí con el pacto. Y ese mismo día unos compañeros habían preparado un Prank para... "alguiencuyonombreahoranorecuerdo",  otro compañero. La broma (super-bullying, dirían hoy) consistía en pegar volantes y repartirlos por toda la prepa de que "Fulanito" era gay. Y ahora, yo era su compañero perfecto. Y así salieron los volantes. Durante todo el día, no dejaron de chiflarme cada que salía/cruzaba un pasillo. Las chicas darks del último año me detuvieron para felicitarme. La directora me llamó a su oficina (no había uniforme y mi vestuario no era indecoroso, no podía decirme nada) y me preguntó si sabía lo que se decía de mí. Le dije que sí, y que no me importaba. (Unos 10 años después, alguien se me acercó en una cantina ---güey, tú eres el cabrón que se llevó falda a la prepaaa... que güevotes... neta, que chingón, güey, neta que me acuerdo y me da orgulloooo---)
El problema fue al salir de la escuela, pues mi madre pasaría cerca de la prepa y me recogería. Me preguntó que porqué lo había hecho. Le dije lo de Kurt, y me preguntó si tenía dudas sobre mi sexualidad. Mi padre no me habló durante tres días. Es la única vez en la vida que ha dejado de hablarme. Semanas después, seguían preocupados, y tuvimos una muy accidentada plática, en el auto, sobre los valores (¿a quiénes admiras, como quien quieres ser? ...uhm... como Kafka, Rulfo, Picasso, Rimbaud... mi madre, con los ojos llenos de lágrimas: ay mijito, puras personas con la moral relajada... yo: pero Kafka y Rulfo eran casi monjes... mi madre rompe en llanto).
En 1994 fuimos a visitar, un día X, a Juan Pablo, a su prepa, y ese día Juan, sinser hippie, había decidido irse descalzo desde su casa. Traía los pies negros (eran como 40 minutos en camión de su casa a la prepa) y no sabía que lo visitaríamos. Fue cerca de su cumpleaños. Juan Pablo, tiempo después, hizo el experimento de "a ver cuánto duro sin bañarme" ---visto en retrospectiva, Juan era súper hippie!--- y duró casi una semana, hasta que su novia se lo exigió.
En 1994 tuve mi segunda camisa de franela. Era más bien una sudadera de franela de cuadritos, pero tenía hoodie (!) y creo que la usé durante dos años, casi a diario. Así como una gorra de Brasil que me compré en Dallas. En 1994 podías vestirte mal, y con la misma ropa a diario, y no importaba. Podías argüir que eras grunge. Y no existían las playeras de superhéroes ni de ilustraciones indie para jóvenes. 
Ese año pasé por Dallas de camino a Minnesotta, en donde estuve de intercambio durante el verano. Y me hospedé, durante tres o cuatro semanas, en una casa victoriana sobre Summit Avenue, exactamente la calle en donde comienza Freedom, de Jonathan Franzen. 
En 1994 me fui de vacaciones midiendo una estatura promedio (era el tercero en la fila) y regresé del verano midiendo más de uno-ochenta. 
Ese verano leí Miguel Strogoff mientras escuchaba, una y otra vez, Automatic for the People, y me imaginé, plano por plano y escena por escena, toda la novela en dibujos animados. Al terminarla, pensé, casi con trivialidad, que un día haría una película de dibujos animados sobre esa novela. En ese momento no sabía que estaba definiendo mi futuro.

1994 fue un gran gran año.