lunes, 31 de diciembre de 2012

Relato Instantáneo (Take Shelter)



Fue justo ese instante. El instante en que se dio cuenta que no reconocía su cepillo de dientes (estaba completamente seguro que su cepillo era verde, no negro, y que estaba menos usado que el que ahora sostenía en la mano), que el instante lo llevó a otro, anterior y más importante: Era el sexto sueño seguido. Cada día peor que el anterior: el fuego ahora parecía sentirse, las lágrimas eran reales. En ese instante comprendió que ésta realidad era cada vez más inconsistente (¿De quién si no era ese cepillo negro que ahora sostenía en la mano?) y, que la otra realidad, la de los sueños, se volvía cada vez más concreta y consistente (el fuego de aquella ya comenzaba a quemar). Fue, un instante después, cuando explotó. Y con él, la realidad.

jueves, 13 de diciembre de 2012

There are still more things (este relato es también una carta de amor)

Por lo demás, la casa parecía casi normal: una sola puerta de entrada, una sola planta y un pequeño patio entre la sala de estar, la cocina y las habitaciones. Era ese único detalle, esa loza tallada con símbolos extraños, casi borrados por completo debido a la erosión, lo que la hacía diferente, y, a forma de juego, lo que la hizo decidirse. Quizá en un día de ocio podría dedicarse a buscar la interpretación de esos símbolos antiguos. Durante las primeras tres semanas, todo transcurrió de forma casi normal (Tres excepciones:  1) la insistencia de los perros (Buda y Cristo) de ladrar a la 01:11 AM  cada noche, como desesperados.---a lo que Cintia dejó de prestar a tención al final de la primer semana --- además ella no se daría cuenta de la hora hasta mucho tiempo después, que me platicó la crónica--- 2) La flor (también insistente) que salía al lado de la loza grabada, durante tres días, y moría, para volver a florecer al tercer día. ----Cintia, como el 95% de la población del siglo XXI, no sabe casi nada de flores. Distingue, como casi todos, las rosas, los alcatraces, las margaritas y las orquídeas. Así que no prestó atención al tipo de flor que salía en su patio de loza y cemento. 3) Un rastro viscoso, casi imperceptible, que aparecía entre el baño y la loza, y que Cintia achacaba al polvo y tierra y contaminación que seguramente entraban por todos lados a su pequeño nuevo hogar). 

Fue a la tercer semana cuando Cintia comenzó a imaginar que su casa escondía un secreto fatuo y terrible. Que recordó todas esas películas de vampiros y monstruos (que nunca vio completas, pero que imaginaba su trama y desenlace)  y que soñó esas inexplicables pesadillas con rostros que no conocía  y con lugares antiguos que tampoco conocía (¿Cómo iba Freud a explicar eso?). Entonces recurrió a la internet. En cuanto tuvo instalada la red, fotografió los símbolos, y comenzó a investigar durante las noches. En la primer noche encontró muy poco: el único símbolo que reconoció fue la runa Eoth, de la muerte, pero los otros no eran runas, ni encontró ninguna explicación al respecto).  Tres noches después, descubrió que los antiguos arrendatarios (como un cliché inesperado) se mataron mutuamente, a las cuatro semanas de habitar la finca. Eran una pareja problemática, pero el cliché parecía demasiado increíble y poderoso. 

Después de hablar con los vecinos (uno le dijo que no sabía nada, que se había mudado una semana antes que ella, y la otra, ya se sabe: una anciana que susurró palabras como "muerte" y "¡Mejor váyase de aquí! " a manera de amenaza) e ir a la hemeroteca (Cintia tampoco lo creía, pero no todas las noticias viejitas estaban en la internet) decidió invitar a su amigo más hippie y espiritual a "sentir" la casa. Ese soy yo. 

Le dije que teníamos que hacer las paces con los espíritus que la habitaban, y le platiqué cómo lo había logrado en mi actual departamento (departamento embrujado, por demás sabido en el barrio que habitaba, y lleno de historias desde la colonia). El rito consistía en algo muy sencillo: una peda con los espíritus que habitaban el lugar. Además, era imperativo que Buda y Cristo nos acompañaran.

Así, fuimos a la tienda de la esquina por cuatro caguamas, y pedimos una pizza a domicilio. Durante las primeras dos caguamas me platicó los tres elementos que habían perturbado su estancia durante esas tres semanas. A la 01:11 en punto, los perros comenzaron a ladrar (íbamos en la cuarta cagua, pero ya habíamos encendido un churro), y fue cuando comenzamos a hablar con los espíritus: les pedimos permiso para que Cintia viviera ahí, les dijimos que yo también vivía con fantasmas, y un montón de pendejadas por el estilo. Fue entonces cuando Cintia se me empezó a antojar (yo ya sabía que era medio lesbiana y feminista empedernida, pero esta crónica también es una carta de amor) y cuando intenté hacer mi movimiento... la tierra, el patio, tembló con un estruendo ronco y callado, y escuchamos la loza deslizarse lentamente... nos levantamos, asustados (estábamos sentados en el piso de la habitación) y, con miedo, caminamos hacia la puerta...

La flor que salía al lado de la loza cada tercer día no la encontré en Internet. El monstruo o demonio se  parecía a las descripciones del Cthulhu, pero con menos rostro y más tentáculos. No describiré el éxtasis o la explosión de cómo devoró a Cintia. Sobreviví debido a una última vuelta del destino: Buda y Cristo, como buenas perras hembra, me defendieron hasta la muerte, es decir, hasta el amanecer, hora en la que el demonio volvió a su habitación. Desde esa  batalla íntima e indescriptible, debo mi devoción a las dos. Me he mudado de ciudad, y nunca pienso volver ahí. No diré el nombre de la ciudad ni el domicilio. Creo que el demonio es invencible, y que habita ahí por una razón inexpugnable. Creo que Lovecraft y Borges lo adoraban con su temor, como lo haré yo, de ahora en adelante.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Dream within a dream

La molestia al abrir la puerta fue usurpada por la sorpresa: el diablo estaba ahí. Afuera de mi casa. No cabía la menor duda. ¿Tendría alguna especie de superpoderes? ¿Su presencia comprobaba la existencia del alma? ¿Venía a llevarme al infierno? ¿Todos lo podían ver? Su voz sonó tal y como la esperaba. "¿No vas a invitarme a pasar?"

Entonces desperté. No había sido una pesadilla común. Ni siquiera fue una pesadilla. Fue más bien un sueño muy peculiar, en donde el diablo se parecía a Gary Oldman. No era exactamente él, pero tenía muchos rasgos parecidos... como sucede siempre en los sueños. 

Mientras me baño: ¿Porqué soñé exactamente hoy eso? Una mala premonición. Un mal augurio. Casi suficiente para no salir de la casa. Nadie me extrañará en la prepa. Además, siempre es interesante faltar a clases en el cumpleaños de uno. 

Así que prendo la tele, y me siento a buscar alguna película interesante. A las nueve o diez de la mañana uno puede ver lo que sea: Fellini, Tarkovski, cine experimental, churros... imposible quedarte dormido a esa hora. Mejor una película con chichis.

A los diez minutos de empezada la película, sonó el timbre. Erick, de catorce años, se acerca a la puerta. Decide asomarse mejor por la ventana. Reconoce inmediatamente el pantalón y el saco claros. Ni siquiera llegó a ver el rostro. Se alejó inmediatamente, tropezando con la mesita del teléfono. Tras el golpe, decide perder el conocimiento. De seguro hizo ruido y se escuchó afuera...

Entonces desperté. En mi cama de nuevo. ¿Cuántas veces has despertado dentro de un sueño? Quizá sea una condición de la obsesión. La obsesión de alargar, de mantenerte dentro del sueño... de no salir. De terminarlo. Descubrir el acertijo que te planteó el subconsciente. 

Una vez, al quedarme a dormir en casa de un amigo, no quería despertar. Él se levantó a la regadera. Yo no conocía la casa. No quería salir del cuarto. ¿Quién más estaba ahí? Cuando entré, fui directo a su habitación, no vi a nadie. Soñé unos quince o 16 microsueños de mi amigo despertándome. Era mi turno de usar la regadera. En algunos de los microsueños incluso llegaba al baño (un baño que no conocí de día, por lo que era diferente cada vez) y despertaba al momento de abrir la regadera. Otras veces, despertaba cada que mi cuerpo quería moverse para levantarse de la cama...

En la regadera: ¿Es tu subconsciente jugándote trucos el día de tu cumpleaños? ¿Es el Universo? ¿La alineación de las estrellas hoy se refleja en tu ADN, que vio la luz del Sol hace 16 años? Será mejor no ir a la escuela. Que mis amigos lleguen al rato. No pasará nada. Quizá un siete en física, por la evaluación a la que faltaré. 

Las 10 de la mañana es una hora perfecta para ver una buena película. ¿Algo de Wenders? Lo tienes muy fresco. Está muy larga... ¿Una historia épica? Vamos a hacer un poco de zapping, a ver las chichis de los programas matutinos de señoras.  

Erick, de 16, se preparó un café en la prensa francesa, y se sentó frente al televisor a hacer zapping. Realmente está esperando a que el timbre suene en 3, 2, 1....

miércoles, 10 de octubre de 2012

el becerro de oro

y en el momento de mayor necesidad
 nos convencieron
de construir un becerro de oro
y adorarlo.
Pronto comenzamos, por las noches
a arrancarle la superficie dorada
la piel de oro.
A venderla a los pueblos contiguos.
A comerciar con ella.
En las adoraciones, 
fingíamos que el becerro estaba igual.
Completo.
Sagrado. 
Todos callábamos.
Nuestra hambre era más fuerte que nuestra religión

El becerro siguió perdiendo pedazos.
Desapareciendo.
Poco tiempo después
nos descubrimos adorando 
cuatro varillas de un metal corroído
sobre un pedestal
en donde antes estuvieron cuatro patas
y antes
un becerro dorado.


viernes, 14 de septiembre de 2012

Hubo una vez un Universo

Hubo una vez un Universo que contuvo un planeta habitado por seres inteligentes (no necesariamente mamíferos) que evolucionaron (a muy grandes rasgos) así:

En su siglo I, después de una Historia Antigua violenta y vigorosa, tuvieron cientos de iluminados, por todas las regiones de su globo. Y todos fueron masacrados por sus mismos seguidores. (Las verdades de sus iluminados no podían realizarse cuando los seguidores se alejaban). Y todos los pueblos asumieron su culpa. En la edad oscurantista que siguió, La gente se encerró. Los que sabían leer en cada pueblo, se dedicaron a leer y transcribir y entender los escritos de su pueblo. Los fervientes, se dedicaron a convertir su fe en milagros reales. (Hubo miles de milagros en cada pueblo, en cada país). En su siglo XVI, Cientos de artesanos se convirtieron en artistas maestros, cientos de estudiosos en científicos excéntricos, con ideas muy revolucionarias que los acercaban a comprender el Universo, y que había más universos así, y no sólo que su Planeta era redondo, sino que había quizá infinitamente más planetas así, o que quizá era era el único, debido a una infinitesimal casualidad, y entonces, sí, era el centro del Universo, un pequeño y frágil centro. Y que entonces ya no habría qué preocuparse por esos menesteres. Pues cualquiera de las dos respuestas era igualmente alentadora o desalentadora. Su equivalente a la novela no nació con una parodia de los cantares (miles) oscurantistas, sino con una parodia de cada género: Una épica parodia de los cantos pastorales (como una epifanía costumbrista), una parodia de las historias de fantasía y una de las de caballería. Una de los mitos y Leyendas más Antiguos, y un ensayo-tratado-irónico sobre parodias. Su mejor escritor de versos no fue un borracho vividor, sino que fueron un pirata, una prostituta y un mercader. En su siglo XIX Tuvieron un escritor que se dedicó a hilar recuerdos, otro sueños, y otro borracheras. En otros países, escribieron libros como criptogramas en los cuales cada lector descifraba el libro mientras lo leía, y en cada continente hubo libros laberínticos (Como el de Borges) en los que cada lector llegaba al final de su vida al descifrar el libro. Después de la Revolución (de sus sistemas ya muy corrompidos), se dieron cuenta que la economía no era lo más importante de su mundo, a pesar de muy influyentes y pensadas teorías. (Se dieron cuenta del error de Marx: su modelo político seguía basándose en la economía, y no en el amor). Y entonces, al no tener otra propuesta viable a mano, decidieron, todos, dejar de producir para competir, y dejar de darle valor monetario a las necesidades y servicios, y se detuvieron y se dedicaron durante unos meses, a buscar qué más podrían hacer además de esas dos cosas. Quizás cada quién se dedicó a hacer lo que más le gustaba, y sus olimpíadas fueron como las olimpíadas griegas. Se juntaban todos los pueblos, y los mejores pintores pintaban, los mejores escultores esculpían, los matemáticos y oradores competían, junto a los deportistas, y todos todos todos juzgaban y veían. Y mientras decidían qué hacer, dejaban de sobreproducir y sobrepoblar.