jueves, 21 de marzo de 2013

A night-time tale of one Undead and two Vampyres


(Beatnik-Style)


Es 1959. Todo empezó en una fiesta psicotrópica sin fin ni final. La banda tocaba un jazz improvisado a  ritmo frenético y supersónico y yo bailaba solo. Sentía que era la primera vez en la Historia Moderna que alguien bailaba solo. Durante ese trance absurdo y estelar, fue cuando se me acercaron. Él evidentemente era un zombie, un muerto viviente, que parecía, entre los contraluces y siluetas nebulosas, que también bailaba solo. Una segunda mirada, ya cuando estaban a mi lado, revelaba que no era así. El Zombie venía acompañado de dos Vampiras idénticas, que bailaban cada una a uno de sus costados. El carácter bizarro de la situación vino después: El Zombie era el líder, y el que me dirigió la palabra. Su voz, más que eléctrica, era neón y fluorescente: "¿Qué vas a hacer después?" Aún en trance, pensando en los remotos bailes de la Historia Antigua, contesté desdeñoso y balbuceante que no sabía. Siguieron ahí, a mi lado, hasta que acabó la música. 

Nos fuimos con el grupo de jazz a una casa de negros  en la que la música era realmente buena: rayos hipnóticos salían del Saxofón y el Saxofonista era un dios de latón y las vibraciones paganas atravesaban nuestros cuerpos danzantes y primitivos. El Zombie seguía a mi lado, así como las Vampiras. Decidí seguir con mi juego del desdén y del silencio. Las Vampiras emanaban Rayos Gamma, y yo disfrutaba el frío que generaban en mi cuerpo. Ellos, por supuesto, no bebían nada. Lo único que necesitaban era nuestra Energía Vital. Justo antes del amanecer, y considerando el tiempo necesario para llegar a su casa, se salieron de la fiesta. Los seguí, atraído por su Campo Magnético. Llegamos a su casa, un cuartito maltrecho en un enorme monolito alienígena. Sin decir nada, Las Vampiras  se acostaron en un catre, de manera simétrica, en posición fetal. Ni siquiera se quitaron las botas. Sus frentes casi se tocaban. Inmediatamente entraron en el sueño profundo y un Aura azul las rodeó, disparando campos concéntricos de energía maligna. Me fumé un cigarro con El Zombie, mientras la(s) veíamos dormir. 

Diez minutos después, disfrutamos la salida del Último Sol desde lo alto del monolito.

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