jueves, 29 de abril de 2010

el Rey ha muerto, salve nuestro Rey Molusco!


Después de la guerra, nuestro más valiente guerrero se alzó como rey. Hizo los más grandes banquetes en su honor, y las celebraciones duraron incontables semanas, y, sin darnos cuenta, el rey comenzó a engordar, a crecer, a extenderse, convirtiéndose en una masa enorme y esponjosa, casi como un molusco cuyos tentáculos abarcaban todo el palacio. Era demasiado tarde. A los pocos años, no podíamos quitarlo del trono, y sólo los pasteleros y carniceros conseguían trabajo en el reino, pues daban de comer al rey.

El pueblo, enardecido, inventó la revolución. Atacaron el palacio con armas punzocortantes, y, rodeando al gran rey, intentaron destronarlo. Las cuchillas se hundían en la piel esponjosa del soberano, e inclusive las balas de los mosquetes eran absorvidas en los incontables pliegues.

Los sabios del reino encontraron la solución: Inventaron la democacia. Así, todos pudimos votar por un trono de color diferente al del reymolusco. El nuevo rey, en el trono azul, erigió su palacio en su jardín de preferencia, y tomó potestad sobre el reino. Pronto, organizó banquetes para celebrar la victoria de la democracia, y, pronto, comenzó a engordar, a crecer, a extender tentáculos por todo el palacio. Parece que será imposible quitarlo del trono. Tenemos que inventar un trono de otro color... o recordar no dar de comer demasiado a nuestros gobernantes.

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