jueves, 21 de marzo de 2013

A night-time tale of one Undead and two Vampyres


(Beatnik-Style)


Es 1959. Todo empezó en una fiesta psicotrópica sin fin ni final. La banda tocaba un jazz improvisado a  ritmo frenético y supersónico y yo bailaba solo. Sentía que era la primera vez en la Historia Moderna que alguien bailaba solo. Durante ese trance absurdo y estelar, fue cuando se me acercaron. Él evidentemente era un zombie, un muerto viviente, que parecía, entre los contraluces y siluetas nebulosas, que también bailaba solo. Una segunda mirada, ya cuando estaban a mi lado, revelaba que no era así. El Zombie venía acompañado de dos Vampiras idénticas, que bailaban cada una a uno de sus costados. El carácter bizarro de la situación vino después: El Zombie era el líder, y el que me dirigió la palabra. Su voz, más que eléctrica, era neón y fluorescente: "¿Qué vas a hacer después?" Aún en trance, pensando en los remotos bailes de la Historia Antigua, contesté desdeñoso y balbuceante que no sabía. Siguieron ahí, a mi lado, hasta que acabó la música. 

Nos fuimos con el grupo de jazz a una casa de negros  en la que la música era realmente buena: rayos hipnóticos salían del Saxofón y el Saxofonista era un dios de latón y las vibraciones paganas atravesaban nuestros cuerpos danzantes y primitivos. El Zombie seguía a mi lado, así como las Vampiras. Decidí seguir con mi juego del desdén y del silencio. Las Vampiras emanaban Rayos Gamma, y yo disfrutaba el frío que generaban en mi cuerpo. Ellos, por supuesto, no bebían nada. Lo único que necesitaban era nuestra Energía Vital. Justo antes del amanecer, y considerando el tiempo necesario para llegar a su casa, se salieron de la fiesta. Los seguí, atraído por su Campo Magnético. Llegamos a su casa, un cuartito maltrecho en un enorme monolito alienígena. Sin decir nada, Las Vampiras  se acostaron en un catre, de manera simétrica, en posición fetal. Ni siquiera se quitaron las botas. Sus frentes casi se tocaban. Inmediatamente entraron en el sueño profundo y un Aura azul las rodeó, disparando campos concéntricos de energía maligna. Me fumé un cigarro con El Zombie, mientras la(s) veíamos dormir. 

Diez minutos después, disfrutamos la salida del Último Sol desde lo alto del monolito.

viernes, 8 de febrero de 2013

PIG

Fanfiction no.2 (Shame)

Normalmente salgo del trabajo a las 7. Pero realmente, pienso: si a las 630 de la tarde ya no voy a hacer nada hasta las 7, para qué sigo aquí. Así que a las 630 ya estoy en el camión de vuelta a casa. A veces, aprovecho éste tiempo para ver chicas. Me encantan. Me gusta verlas, y si en el camión están cerca, tocarlas, como sin querer, con mi brazo y con mi codo. Si están realmente cerca, también me gusta olerlas. Me gustan las chicas. Incluso, a veces también las sigo. El otro día, por ejemplo, seguí a unas de esas chicas. Bajó del camión delante de mí, y yo, casi sin querer, comencé a seguirla. De todas formas para eso me salgo temprano del trabajo, para aprovechar mi tiempo en lo que yo quiera. En realidad, qué más voy a hacer durante las 630 y las 7 que no haya hecho ya. Ni que alguien se diera cuenta. De todas formas, también se puede aprovechar el tiempo libre frente al monitor. Es más. A ella, ya la había visto. Una vez, volteando a ver algo que me llamó la atención en la calle, mis ojos encontraron ese par de pechos que sobresalían al lado de los otros. Esa chica. Con un look dark. Los ojos delineados, el pelo largo y negro, y un tatuaje en el antebrazo izquierdo. La primera vez que la ví vestía unos pantalones ajustados negros. La segunda también, y una playera larga, de un grupo de rock. La verdad no sé si la primera vez eran mallas o likra. Pero estaban bien ajustados. La tercera vez, llevaba unas mallas, ahora sí seguro, de leopardo. Y una camisita larga, y no aguanté las ganas de seguirla. La seguí, la primera vez, a cierta distancia, aprovechando que iba en el camino a mi casa. Cuando se desvió de mi camino, yo seguí con el mío, como si nada. Pero aproveché mi tiempo libre frente al monitor. Se encuentran tantas cosas frente al monitor. Hay todo un mundo, todo un universo. Uno puede estar buscando cualquier cosa... un meme político, un video chino, y de pronto chicas! Chicas también dentro del monitor. Incluso mejores que las de la vida real. Bar Rafeli, Niurka, Paris, y de pronto... pechos! Que bien se aprovecha el tiempo frente al monitor. Así que ese día no perdí nada de tiempo con la dark, y lo aproveché en el monitor. Pero al verla al otro día también en mi camión, y verla bajarse donde mismo que yo, la seguí un poco más. Solo eran un par de cuadras. Pero cuando dio vuelta más lejos, en una cuadra oscura, mejor cambié la dirección, y me dirigí a mi casa. La tercera vez que la seguí, vi el edificio en el que se metió. Después, pasé por enfrente. Desde la reja de la entrada se podía ver la escalera al fondo. Después, fui a mi casa a masturbarme pensando en ella. Al día siguiente, no me tocó verla en el camión, pero la esperé en la parada. No llegó. De seguro la muy puta estaba con otro cabrón. Dos días después, la esperé enfrente de su casa. Pude ver que vivía sola. Se prendió la luz del apartamento y después  la de su cuarto. Nadie más entró en toda la noche. Pero no quería forzar las cosas. Antier, por fin, la volví a encontrar. La seguí, y, frente a su casa, inventé una excusa para hablarle. Estaba sudoroso, y tan nervioso, que nisé qué le dije. Intenté q me invitara a pasar y no quizo la muy puta y logré q abriera la puerta y yo sólo podía pensar en esos pechos y en penetrarla adentro muchas veces much as V-E-C-E-S MUCHASSSSSSSSSSSSSSS

viernes, 1 de febrero de 2013

1994

En 1994 yo tenía 14 años. Mis ahorros (que venían de mesadas y trabajos de verano) los gastaba en discos, cómics y discos. Había que seleccionar: leer reseñas en las revistas, y encontrar el disco. Cuando encontraba el disco, visitaba la tienda de discos cada que me era posible, con la esperanza de que, al no ser un disco tan comercial, bajara de precio, y de paso me aseguraba que siguiera en existencia. Algunos de los discos que compré, fueron los mismos que llegaron a la tienda en el primer "tiraje" y que tenía en mis manos cada vez que visitaba la tienda. De los discos que más tardé en comprar (tres semanas de ahorros, a veces cuatro) me sabía ya la lista de "tracks", si venía impresa en la contraportada, y, al momento de escucharlos por primera vez (aún recuerdo cuando fuimos todos a comprar el "cd player"... ese aparatito que se podía conectar al minicomponente Sony ----mi padre decía que los japoneses tenían todo planeado, que iban 10 años adelante en la tecnología, y que por eso el aparatito comprado -¡cuatro años antes!- ya tenía una entrada preparada para el "cd player"----sus primeros cd's fueron uno de Mantovani (obviamente uno que incluye el tema de Rocky) y uno de Kenny G--- 
En 1994 tuve mi primer amiga-niña. Una chica guapa y súper inteligente, que se burlaba mucho de mi torpeza social. 
 En 1994, aprendí a dibujar, para sorprender a esa chica, y dibujé muchos muchos muchos monitos, durante todas las clases. Había rayado cuadernos toda mi vida, pero recuerdo el momento exacto en el que me esforcé en imitar las sombras de los dibujos animados. Lo logré, y fui un pequeño éxito, por lo menos con la chica y mis amigos cercanos. (En un contexto en donde nadie sabía nada nada nada de arte). Esto, junto a mi obsesión de cargar libros diario y hojear con mi primo la Wizard (revista gracias a la que sabíamos qué pasaba en las historietas sin tener que comprarlas (2 dólares cada una, quién podia comprar más de una a la quincena, contra 5 o 6 dólares de la Wizard!?), y gracias a la que mi primo y yo descubrimos a Alan Moore)  me convertía en el perfecto nerd. En 1994 ser nerd no era cool, y el término geek no existía (por lo menos en México). Saber sobre arte e interesarse en la ciencia tampoco era cool, como ahora lo es, con los hipsters. Era algo contra lo que se tenía que luchar, día a día, en la vida cotidiana.  En 1994 leí por primera vez en mi vida a Rimbaud. En cuanto leí los primeros versos de Una Temporada en el Infierno fui incapaz de soltarlo. Estuve todo el día, leyendo 3 o 4 veces cada verso, y después cada párrafo. Después, lo intercambié con el Chene por uno de Baudelaire. Nunca habíamos, ninguno de los dos, leído nada parecido. Nunca, la oscuridad, había encendido nuestros corazones de una forma tan pura. Ese mismo año descubrimos a Bukowski (que no aparecía en las enciclopedias de mis padres ---yo creía ciegamente que en las enciclopedias estaban TODOS los escritores, así como TODO el conocimiento---) y escuchábamos casi puro grunge. Yo adoraba sobre todas las cosas a  Nirvana y a Pearl Jam (no tenía copias piratas de ninguno de sus discos ni cassettes -original o nada- ) y algunas otras cosas: el Chene estaba en ese momento traumado con Los Caifanes y, además, su padre era empresario musical, por lo que estaba bien instruido en la historia del rock (conocía y sabía la importancia de Pink Floyd, Led Zepellin, etc.- yo estaba obsesionado con Café Tacuba, y R.E.M., y no sabía nada de la historia del rock (tampoco venía en las enciclopedias) pero escuchaba todo lo que el Chene tenía que decirme al respecto, así como los sencillos en Stereo Soul (obviamente, no salía de Starway to Heaven, Wish You Were Here, The Wall y Black Dog... ese año no escuché ningún disco completo de ninguno de esas grandes bandas, pues nadie a mi alrededor los tenía). Ese año también leí las biografías de Leonardo y Miguel Ángel, y duré obsesionado con ellos durante varios meses.
Y la oscuridad llenaba nuestro joven espíritu grunge, e inclusive hicimos un par de pactos. Ese año, en homenaje a Kurt Cobain, nos vestiríamos con faldas largas. Unas faldas "tipo hindúes" que se usaban en los 90's, que Kurt había usado en algún concierto y que podíamos conseguir. El Chene se acordó hasta muy tarde el día anterior (o eso dijo).  Yo cumplí con el pacto. Y ese mismo día unos compañeros habían preparado un Prank para... "alguiencuyonombreahoranorecuerdo",  otro compañero. La broma (super-bullying, dirían hoy) consistía en pegar volantes y repartirlos por toda la prepa de que "Fulanito" era gay. Y ahora, yo era su compañero perfecto. Y así salieron los volantes. Durante todo el día, no dejaron de chiflarme cada que salía/cruzaba un pasillo. Las chicas darks del último año me detuvieron para felicitarme. La directora me llamó a su oficina (no había uniforme y mi vestuario no era indecoroso, no podía decirme nada) y me preguntó si sabía lo que se decía de mí. Le dije que sí, y que no me importaba. (Unos 10 años después, alguien se me acercó en una cantina ---güey, tú eres el cabrón que se llevó falda a la prepaaa... que güevotes... neta, que chingón, güey, neta que me acuerdo y me da orgulloooo---)
El problema fue al salir de la escuela, pues mi madre pasaría cerca de la prepa y me recogería. Me preguntó que porqué lo había hecho. Le dije lo de Kurt, y me preguntó si tenía dudas sobre mi sexualidad. Mi padre no me habló durante tres días. Es la única vez en la vida que ha dejado de hablarme. Semanas después, seguían preocupados, y tuvimos una muy accidentada plática, en el auto, sobre los valores (¿a quiénes admiras, como quien quieres ser? ...uhm... como Kafka, Rulfo, Picasso, Rimbaud... mi madre, con los ojos llenos de lágrimas: ay mijito, puras personas con la moral relajada... yo: pero Kafka y Rulfo eran casi monjes... mi madre rompe en llanto).
En 1994 fuimos a visitar, un día X, a Juan Pablo, a su prepa, y ese día Juan, sinser hippie, había decidido irse descalzo desde su casa. Traía los pies negros (eran como 40 minutos en camión de su casa a la prepa) y no sabía que lo visitaríamos. Fue cerca de su cumpleaños. Juan Pablo, tiempo después, hizo el experimento de "a ver cuánto duro sin bañarme" ---visto en retrospectiva, Juan era súper hippie!--- y duró casi una semana, hasta que su novia se lo exigió.
En 1994 tuve mi segunda camisa de franela. Era más bien una sudadera de franela de cuadritos, pero tenía hoodie (!) y creo que la usé durante dos años, casi a diario. Así como una gorra de Brasil que me compré en Dallas. En 1994 podías vestirte mal, y con la misma ropa a diario, y no importaba. Podías argüir que eras grunge. Y no existían las playeras de superhéroes ni de ilustraciones indie para jóvenes. 
Ese año pasé por Dallas de camino a Minnesotta, en donde estuve de intercambio durante el verano. Y me hospedé, durante tres o cuatro semanas, en una casa victoriana sobre Summit Avenue, exactamente la calle en donde comienza Freedom, de Jonathan Franzen. 
En 1994 me fui de vacaciones midiendo una estatura promedio (era el tercero en la fila) y regresé del verano midiendo más de uno-ochenta. 
Ese verano leí Miguel Strogoff mientras escuchaba, una y otra vez, Automatic for the People, y me imaginé, plano por plano y escena por escena, toda la novela en dibujos animados. Al terminarla, pensé, casi con trivialidad, que un día haría una película de dibujos animados sobre esa novela. En ese momento no sabía que estaba definiendo mi futuro.

1994 fue un gran gran año. 

lunes, 14 de enero de 2013

Relato de 3 fiestas y un sueño. (Sueño No. 2847)


Todo empezó como una carne asada, pero al aumentar las bebidas, y después de una buena plática de cine (y bueno, también de paternidad) ------hay que ir a la segunda fiesta, con buenísima música y más alcohol y más cosas divertidas--- aunque hay que mantener bajo perfil aquí pues llegamos con P, y P tiene que escapar pronto y nosotros con ella --- pero saludar a todos de lejos, cenar tacos de asada, y platicar sobre lo-complicado-que-es-ver-las-estrellas-en-un-telescopio --- hora de huir (y yo me robo dos tacos para el camino, un vodka y una cheve -me chingo los tacos en un solo alto-)---  De vuelta a la carne asada, y en cuanto entramos, ponen "Like a Stone"--- y a bailar. Y pienso en Rage Against The Machine, y, en un parpadeo, recuerdo un sueño que tuve en la semana--- y fue como si una grúa cambiara el set, y agregara un muro de tablaroca, y la cámara frontal, y todo en colores pastel: hay tres hombres más a mi lado (viéndolos bien, no son hombres, son pubertos salidos de la nada) y todo parece una película de Wes Anderson: nos desvestimos, coreográficamente,  (nuestra ropa interior es Super Cool) y nos arreglamos para una fiesta de Prom... y todos comienzan a tratarme como si tuviera 16 años, y así me siento (aunque, durante el sueño, siempre mantuve la calva) y llegan nuestras parejas (la mía, para mi sorpresa, es mi mujer, también de 16, está súpercontenta y emocionada de ir al Prom)---- y vámonos al Prom y de regreso a la fiesta: L ha pedido una rola de Beyoncé, y L comienza a bailar, y, al bailar, se transforma en negra, y baila salsa, mambo, y merengue, y todo lo que toca lo transforma en una fiesta cubana ---- y a la última fiesta pendiente: fiesta de cumpleaños de Y, en cuanto entro (mi mujer se ha ido a dormir) ponen "Billy Jeans" e inmediatamente después, "Thriller", y dos personas en la fiesta hacen toda la coreografía de thriller, (uno incluso viste lentes y hombreras), y es/fue una fiesta sorpresa, y todos me cuentan lo-bien-que-funcionó-la-sorpresa, y de pronto todas las chicas se van al Américas y Y tiene demasiadas ganas de agradecerle a su chica y mejor vamos por unas palomitas para ver el show.... o 2 hotdogs y a dormir. Dos días después, Y sigue sin salir de su cama, con su chica a su lado.

lunes, 31 de diciembre de 2012

Relato Instantáneo (Take Shelter)



Fue justo ese instante. El instante en que se dio cuenta que no reconocía su cepillo de dientes (estaba completamente seguro que su cepillo era verde, no negro, y que estaba menos usado que el que ahora sostenía en la mano), que el instante lo llevó a otro, anterior y más importante: Era el sexto sueño seguido. Cada día peor que el anterior: el fuego ahora parecía sentirse, las lágrimas eran reales. En ese instante comprendió que ésta realidad era cada vez más inconsistente (¿De quién si no era ese cepillo negro que ahora sostenía en la mano?) y, que la otra realidad, la de los sueños, se volvía cada vez más concreta y consistente (el fuego de aquella ya comenzaba a quemar). Fue, un instante después, cuando explotó. Y con él, la realidad.

jueves, 13 de diciembre de 2012

There are still more things (este relato es también una carta de amor)

Por lo demás, la casa parecía casi normal: una sola puerta de entrada, una sola planta y un pequeño patio entre la sala de estar, la cocina y las habitaciones. Era ese único detalle, esa loza tallada con símbolos extraños, casi borrados por completo debido a la erosión, lo que la hacía diferente, y, a forma de juego, lo que la hizo decidirse. Quizá en un día de ocio podría dedicarse a buscar la interpretación de esos símbolos antiguos. Durante las primeras tres semanas, todo transcurrió de forma casi normal (Tres excepciones:  1) la insistencia de los perros (Buda y Cristo) de ladrar a la 01:11 AM  cada noche, como desesperados.---a lo que Cintia dejó de prestar a tención al final de la primer semana --- además ella no se daría cuenta de la hora hasta mucho tiempo después, que me platicó la crónica--- 2) La flor (también insistente) que salía al lado de la loza grabada, durante tres días, y moría, para volver a florecer al tercer día. ----Cintia, como el 95% de la población del siglo XXI, no sabe casi nada de flores. Distingue, como casi todos, las rosas, los alcatraces, las margaritas y las orquídeas. Así que no prestó atención al tipo de flor que salía en su patio de loza y cemento. 3) Un rastro viscoso, casi imperceptible, que aparecía entre el baño y la loza, y que Cintia achacaba al polvo y tierra y contaminación que seguramente entraban por todos lados a su pequeño nuevo hogar). 

Fue a la tercer semana cuando Cintia comenzó a imaginar que su casa escondía un secreto fatuo y terrible. Que recordó todas esas películas de vampiros y monstruos (que nunca vio completas, pero que imaginaba su trama y desenlace)  y que soñó esas inexplicables pesadillas con rostros que no conocía  y con lugares antiguos que tampoco conocía (¿Cómo iba Freud a explicar eso?). Entonces recurrió a la internet. En cuanto tuvo instalada la red, fotografió los símbolos, y comenzó a investigar durante las noches. En la primer noche encontró muy poco: el único símbolo que reconoció fue la runa Eoth, de la muerte, pero los otros no eran runas, ni encontró ninguna explicación al respecto).  Tres noches después, descubrió que los antiguos arrendatarios (como un cliché inesperado) se mataron mutuamente, a las cuatro semanas de habitar la finca. Eran una pareja problemática, pero el cliché parecía demasiado increíble y poderoso. 

Después de hablar con los vecinos (uno le dijo que no sabía nada, que se había mudado una semana antes que ella, y la otra, ya se sabe: una anciana que susurró palabras como "muerte" y "¡Mejor váyase de aquí! " a manera de amenaza) e ir a la hemeroteca (Cintia tampoco lo creía, pero no todas las noticias viejitas estaban en la internet) decidió invitar a su amigo más hippie y espiritual a "sentir" la casa. Ese soy yo. 

Le dije que teníamos que hacer las paces con los espíritus que la habitaban, y le platiqué cómo lo había logrado en mi actual departamento (departamento embrujado, por demás sabido en el barrio que habitaba, y lleno de historias desde la colonia). El rito consistía en algo muy sencillo: una peda con los espíritus que habitaban el lugar. Además, era imperativo que Buda y Cristo nos acompañaran.

Así, fuimos a la tienda de la esquina por cuatro caguamas, y pedimos una pizza a domicilio. Durante las primeras dos caguamas me platicó los tres elementos que habían perturbado su estancia durante esas tres semanas. A la 01:11 en punto, los perros comenzaron a ladrar (íbamos en la cuarta cagua, pero ya habíamos encendido un churro), y fue cuando comenzamos a hablar con los espíritus: les pedimos permiso para que Cintia viviera ahí, les dijimos que yo también vivía con fantasmas, y un montón de pendejadas por el estilo. Fue entonces cuando Cintia se me empezó a antojar (yo ya sabía que era medio lesbiana y feminista empedernida, pero esta crónica también es una carta de amor) y cuando intenté hacer mi movimiento... la tierra, el patio, tembló con un estruendo ronco y callado, y escuchamos la loza deslizarse lentamente... nos levantamos, asustados (estábamos sentados en el piso de la habitación) y, con miedo, caminamos hacia la puerta...

La flor que salía al lado de la loza cada tercer día no la encontré en Internet. El monstruo o demonio se  parecía a las descripciones del Cthulhu, pero con menos rostro y más tentáculos. No describiré el éxtasis o la explosión de cómo devoró a Cintia. Sobreviví debido a una última vuelta del destino: Buda y Cristo, como buenas perras hembra, me defendieron hasta la muerte, es decir, hasta el amanecer, hora en la que el demonio volvió a su habitación. Desde esa  batalla íntima e indescriptible, debo mi devoción a las dos. Me he mudado de ciudad, y nunca pienso volver ahí. No diré el nombre de la ciudad ni el domicilio. Creo que el demonio es invencible, y que habita ahí por una razón inexpugnable. Creo que Lovecraft y Borges lo adoraban con su temor, como lo haré yo, de ahora en adelante.

jueves, 22 de noviembre de 2012

Dream within a dream

La molestia al abrir la puerta fue usurpada por la sorpresa: el diablo estaba ahí. Afuera de mi casa. No cabía la menor duda. ¿Tendría alguna especie de superpoderes? ¿Su presencia comprobaba la existencia del alma? ¿Venía a llevarme al infierno? ¿Todos lo podían ver? Su voz sonó tal y como la esperaba. "¿No vas a invitarme a pasar?"

Entonces desperté. No había sido una pesadilla común. Ni siquiera fue una pesadilla. Fue más bien un sueño muy peculiar, en donde el diablo se parecía a Gary Oldman. No era exactamente él, pero tenía muchos rasgos parecidos... como sucede siempre en los sueños. 

Mientras me baño: ¿Porqué soñé exactamente hoy eso? Una mala premonición. Un mal augurio. Casi suficiente para no salir de la casa. Nadie me extrañará en la prepa. Además, siempre es interesante faltar a clases en el cumpleaños de uno. 

Así que prendo la tele, y me siento a buscar alguna película interesante. A las nueve o diez de la mañana uno puede ver lo que sea: Fellini, Tarkovski, cine experimental, churros... imposible quedarte dormido a esa hora. Mejor una película con chichis.

A los diez minutos de empezada la película, sonó el timbre. Erick, de catorce años, se acerca a la puerta. Decide asomarse mejor por la ventana. Reconoce inmediatamente el pantalón y el saco claros. Ni siquiera llegó a ver el rostro. Se alejó inmediatamente, tropezando con la mesita del teléfono. Tras el golpe, decide perder el conocimiento. De seguro hizo ruido y se escuchó afuera...

Entonces desperté. En mi cama de nuevo. ¿Cuántas veces has despertado dentro de un sueño? Quizá sea una condición de la obsesión. La obsesión de alargar, de mantenerte dentro del sueño... de no salir. De terminarlo. Descubrir el acertijo que te planteó el subconsciente. 

Una vez, al quedarme a dormir en casa de un amigo, no quería despertar. Él se levantó a la regadera. Yo no conocía la casa. No quería salir del cuarto. ¿Quién más estaba ahí? Cuando entré, fui directo a su habitación, no vi a nadie. Soñé unos quince o 16 microsueños de mi amigo despertándome. Era mi turno de usar la regadera. En algunos de los microsueños incluso llegaba al baño (un baño que no conocí de día, por lo que era diferente cada vez) y despertaba al momento de abrir la regadera. Otras veces, despertaba cada que mi cuerpo quería moverse para levantarse de la cama...

En la regadera: ¿Es tu subconsciente jugándote trucos el día de tu cumpleaños? ¿Es el Universo? ¿La alineación de las estrellas hoy se refleja en tu ADN, que vio la luz del Sol hace 16 años? Será mejor no ir a la escuela. Que mis amigos lleguen al rato. No pasará nada. Quizá un siete en física, por la evaluación a la que faltaré. 

Las 10 de la mañana es una hora perfecta para ver una buena película. ¿Algo de Wenders? Lo tienes muy fresco. Está muy larga... ¿Una historia épica? Vamos a hacer un poco de zapping, a ver las chichis de los programas matutinos de señoras.  

Erick, de 16, se preparó un café en la prensa francesa, y se sentó frente al televisor a hacer zapping. Realmente está esperando a que el timbre suene en 3, 2, 1....